Un transporte público accesible

Una de las dificultades con las que se enfrentan los usuarios con discapacidad es la gran diversidad de criterios existentes entre las distintas empresas de transporte a la hora de regular la normativa de accesibilidad a los autobuses. Un transporte es accesible cuando permite a las personas satisfacer sus necesidades y deseos de desplazamiento de forma autónoma, para ello hay múltiples adaptaciones: plataformas elevadoras, carteles en braille, sitios destinados a las sillas de ruedas…

Para conseguirlo será preciso que las estaciones o paradas tengan las características adecuadas que permitan el desplazamiento, no solo para los usuarios en silla de ruedas o con movilidad reducida, sino también para todos discapacitados, tanto físicos como sensoriales.

Se debe planificar desde la distancia y de la facilidad de desplazamiento a la parada del autobús, la subida y la bajada del autobús, así como la planificación del conjunto del itinerario. Un servicio que cumpla esos requisitos, es decir que sea un transporte público accesible, no solo beneficia a las personas con discapacidad sino al conjunto de la ciudadanía

 

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