Cumplir con el plan de emisiones de CO2 de la Unión Europea parece misión imposible, en 2050 tendríamos que recortar a la mitad las emisiones de CO2 actuales. Hay dos medidas principales: Reducir el consumo de los coches un 50% de aquí a 2030, o subir el precio del combustible hasta que utilicemos un 50% menos el coche.
¿En qué se está investigando para reducir el consumo?
- La aerodinámica supone un 10% del consumo, el margen es muy pequeño porque desde 80 km/h más de la mitad de la potencia se invierte en apartar el aire.
- Los fabricantes podrían reducir el peso del coche medio entre un 25% y un 30% sin recurrir a cambios radicales, o incluso hasta un 50%, empleando un material que hoy en día es muy caro: la fibra de carbono. Reducir la masa no ayuda a recuperar energía, pero sí a no tener que emplear tanta.
- La resistencia. Las ‘pérdidas de transmisión’ engloban toda la energía que se invierte en rozamientos del motor, cambio, diferenciales… En función de la velocidad, este apartado consume entre el 5 y el 15% de la potencia del coche, pero con piezas de mayor precisión y calidad de los aceites se podría mejorar la resistencia.
- La eficiencia. El motor de combustión desperdicia más del 65% de la energía del combustible, en cambio,el eléctrico emplea más del 90% de la energía para mover el vehículo. Al final, un eléctrico gasta un 50% menos que un gasolina o un diésel. el problema es que siguen sin salir rentables para el gran público.
Estas mejoras se están implantando principalmente en autobuses que hacen mucho kilómetros y el ahorro de combustible supone a su vez un ahorro para las empresas y los consorcios de transporte público. También el gremio de los taxistas se han apuntado al coche eléctrico pero lo cierto es que todavía siguen siendo minoritarios.